“La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar.”
Friedrich Nietzsche (1844-1900) Filosofo alemán
Me llamo Amalia Morón Suárez, soy de Almendralejo .
En 1978 aprobé la oposición por el turno libre.
Mi primer destino fue Villalba de los Barros. Recuerdo esta época con mucho cariño. El viaje dos veces al día compartiendo coche con los compañeros, la música que escuchábamos, las fiestas que se preparaban (cumpleaños, bodas, bautizos...), cualquier cosa era motivo para celebrarlo. La primera clase que tuve estaba en la antigua Casa Consistorial, como constaba en la entrada. Era una habitación fría, cochambrosa, con una estufa que la mayor parte del tiempo estaba estropeada, pero para mí la sensación de frio no existía.
La alegría de estar ejerciendo la profesión deseada, el cariño de los niños y el compañerismo que existía lo llenaban todo. Incluso durante un tiempo dimos clase en el cuartel de la Guardia Civil y la Gimnasia en la “era de Don Alejo”.
El siguiente destino fue el colegio “Suárez Somonte” de Almendralejo. Su funcionamiento era ideal: No había masificación, tenía sólo ocho unidades y la relación entre compañeros era como una familia. Por el año 1985, la EOI se ubica en el edificio en el que estábamos, y a nosotros nos desplazaban al colegio “Montero de Espinosa”. Ante la perspectiva del cambio concursé solicitando el colegio “San Francisco”.
“San Francisco” me era un colegio familiar. Lo vi edificar, es el colegio de mi barrio, mi hermano y mi hijo estudiaron en él y en general guardo grandes recuerdos del mismo. En un principio este colegio era sólo masculino. Cuando yo llegué ya había niñas en párvulos, y la mayoría de compañeros eran hombres. También allí viví la implantación de la jornada única. Los avances técnicos han supuesto una ayuda enorme, los medios puestos a nuestro alcance en la última década (Internet, pizarras digitales, etc.) me encantan y a los alumnos también. Los ejercicios se hacen como juegos, los errores se detectan en el instante y se procede a corregirlos. Todos estos medios suponen un gran avance para la enseñanza, aunque hay que ser prudentes en su uso, pues hace que los niños se hagan comodones y protesten por tener que escribir a mano. Estos son solo algunos de los recuerdos de mis treinta y un años pasados en este inolvidable “Colegio San Francisco de Almendralejo”.
Para mí, la profesión de maestro, a medida que pasaban los años más me ha ido cautivando. He buscado siempre aquello que mejor, más fácil y ameno , les resultase para aprender a mis alumnos. Me gustaba contarles anécdotas y hacer juegos. En resumen, la enseñanza no tiene por qué ser aburrida.
El maestro a lo largo de su vida laboral está implicado en muchos asuntos. Tenemos que hacer de conciliadores familiares, sanitarios, formadores cívicos... Cuando pasan los años, disfrutamos enormemente cuando algún antiguo alumno nos saluda y nos cuenta cómo le va la vida y si están trabajando.
Para finalizar, desearos a todos los compañeros recientemente jubilados una feliz jubilación y que sea por muchos años.
Hasta siempre.
Amalia.