“La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño.”
Friedrich Nietzsche (1844-1900) Filosofo alemán
Mª del Carmen Pérez Maqueda, les saluda desde Entrín Alto; pequeño pueblo pedanía de Entrín Bajo. Aquí nací y como muestra la foto típica del cole de aquella época, soy esa maestra vocacional, formada en una escuela unitaria con lindos recuerdos de mi maestra doña Ana. Ella y mi maestra doña Neli (especialista en inglés) unos años más tarde, fueron las que consolidaron en mí, esa vocación incipiente de maestra de inglés.
Pasaron los años de instituto en transporte escolar, de siete de la mañana a siete de la tarde, doce horas de esfuerzo y sacrificio diario para poder estudiar. Y más tarde, los años de carrera pagados por las becas del ministerio; al que agradezco, haber conseguido lo que de verdad quería y que mis padres no podían costearme.
Llegamos a 1985, nervios delante de la Escuela de Magisterio de Badajoz, porque saldrían los aprobados en la oposición. Y ahí estaban mi nombre y apellidos entre los que habían obtenido plaza. No podía estar más feliz e ilusionada por tener cole al que ir a trabajar, ya que clases daba todos los veranos y mientras estudiaba para ganarme unas pesetas.
El día 28 de octubre de 1985 comienza mi andadura como maestra especialista en filología inglesa: diferentes pueblos, unos más cerca, otros más lejos; en algunos compartía coche y risas con compañeros y compañeras, en otros iba sola o me hospedaba en ellos. Pero siempre ilusionada y feliz; no importaban las horas que se echaban en el camino, al entrar en clase estaba mi reto, a la vez que mi recompensa de ese alumnado tan diferente con el que he compartido mi vida.
En toda mi trayectoria he sido la “Teacher”. Y los últimos 27 años los he pasado como maestra itinerante de inglés en tres localidades, impartía clases desde Educación Infantil: con sus abrazos, mocos y cariño; hasta sexto de Educación Primaria o segundo de Educación Secundaria (cuando fui Jefa de Estudios). No sólo les enseñaba yo, ellos también me enseñaban a perfeccionar mis clases, a modificar la metodología y a cuestionarme y evaluarme como maestra; y a involucrarme con ellos, tanto dentro como fuera del aula y colegio.
Recuerdo mi paso por los colegios de ciudad “El Progreso” y “La Aneja femenina”, colegios muy diferentes, pero con experiencias muy enriquecedoras. Y luego los colegios rurales, donde he amado estar por ser donde me he criado y resido.
Y como decía Gabriel Celaya, en su poesía
“Educar”
Pero es consolador soñar
Mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.
Para finalizar, creo que he intentado con todas mis fuerzas y ganas transmitirles a mi alumnado mi amor por la enseñanza y el inglés; abrirles los ojos al mundo, más allá de nuestros pequeños pueblos; y de los que hemos salido y utilizado todos los medios de transporte. En cualquier época, con nieve que se les helaban las pestañas; con calor, a las playas (que algunos veían, por primera vez); en avión, vuelos a Madrid o a las islas, en los que no recordaban el viajar en autobús y al llegar a Barajas me decían “Teacher, no encuentro el vuelo Corte de Peleas a Palma de Mallorca”. Muchas experiencias vividas y anécdotas para contar; y para mí lo más gratificante es: que mis alumnas y alumnos me escriban desde el extranjero o me los encuentre por la calle y se acuerden de mí y las clases de inglés.