“Saber que no se sabe, eso es humildad. Pensar que uno sabe lo que no sabe, eso es enfermedad.”
Lao-tsé (siglo VI a. C.) Filósofo chino
Mentira parece que esté ya jubilado de la enseñanza.
Aún recuerdo aquel lejano día en el que mi madre, dando voces como una posesa, me buscaba por la ribera del pueblo para llevarme por primera vez a la escuela ...aquel día comenzaba la mejor de las aventura que podía soñar.
La escuela de Don Alfonso...la cartilla de Rayas, catecismo, Historia de España y la regla de tres...y un día, sin saber cómo, cayó por nuestra escuela un señor con una cartera enorme, ofreciéndonos un maná en forma de beca PÍO que nos iba a trasladar a ese país de nunca jamás que se llamaba y afortunadamente aún se llama, Santa Ana...chandall, porterías de fútbol, excursiones...aquello era la gloria...Y en pocos años, maestro.
Mis padres, descamisados de toda la vida ,no daban crédito, tenían un hijo maestro...les había merecido la pena tantas penurias para que su hijo pudiera estudiar. ¡Un hijo maestro, casi nada!
Mi primer destino fue Lepe, diez años como propietario, alumnos inteligentes, vivos, cuyo alumnos enseñaron a este humilde maestro la virtud de la tolerancia, compañeros que siguen estando ahí cada vez que me acerco a su playa.
Y toco volver a Extremadura, intentar echar una mano en Entrín como un día había hecho mi viejo maestro...y mereció la pena ¡Vamos que si mereció la pena! En dos años habíamos vendido unas viejas casas y colocado, con aquel dinero, ordenadores e impresoras en todas las aulas, en una época en la que pocos centros extremeños los disfrutaban....y después Corte de Peleas, casi veinte años con unos alumnos que en todo momento me mostraron y muestran un respeto que aún hoy me emociona.
Atrás quedaron los compañeros...Manolo Gómez, a quien imagino en el cielo escribiendo poemas a la Bella, Luisito Biedman, Manolito del Valle, la señorita Reyes, Don Ángel, mi compañera Lali...y otros tantos maestros de maestros, que me enseñaron que no había nada más emocionante, nada más grande que tener el lujo de utilizar un lápiz como única herramienta de trabajo...y una goma que te permite con un borrón volver a empezar y encontrar la sonrisa de un niño .
Ay...si servidor volviera a nacer, volvería a ser maestro escuela. Sin duda.
Francisco Cacho Agudo.