“El primer paso para la solución de los problemas es el optimismo. Basta creer que se puede hacer algo para tener ya medio camino hecho y la victoria muy cercana.”
John Baines (1935-?) Filósofo y científico chileno
Después de tantos años dedicándome a la enseñanza me invaden cientos de recuerdos imborrables: diferentes paisajes- Sierra de Monfragüe, Hurdes, Sierra de Gata, Llanos…, costumbres, seres humanos, poblaciones por las he pasado…
Elegí esta profesión porque siempre me ha gustado darme a los demás y, además, me venía de familia. Mi padre era un “forofo” de la escuela, gusto que nos inculcó a sus hijos desde siempre; algunos hemos seguido sus pasos. Por eso, ahora cuando me preguntan: ¿cómo te sientes? ¿qué haces con tanto tiempo libre?, puedo responder que me da algo de pena, pero no me siento triste, sino contenta y afortunada por conservar en mi “caja de recuerdos” tantas y tantas caras bonitas, cuerpos revoltosos, buenos compañeros, padres agradecidos y recursos impensables con los que iba llenando mi vida profesional y personal.
Han sido muchos años de dedicación exclusiva y total a mi trabajo - en todos los niveles educativos- a la escuela, porque me he considerado siempre una “maestra de escuela”.
A pesar de tantas reformas como han pasado ante mí, yo siempre miraba a mis alumnos y me preguntaba: ¿qué deben saber los niños de esta edad?, y me limitaba a planificar mi tiempo y programar mi tarea de acuerdo a esto y no a la reforma en boga. Suena un poco a rebeldía, sí, yo soy así; sin salirme nunca de la “norma”.
Todas las buenas y malas vivencias, que también ha habido algunas, me han traído hasta aquí, me hacen ver la vida con tranquilidad, después de sentir el deber cumplido, pero sin caer en la rutina del “no hacer nada porque estoy jubilada”, sino todo lo contrario, hacer cada día algo diferente, algo no rutinario, algo novedoso, algo con lo que me siento bien y no dejarlo para cuando tenga tiempo, porque el tiempo del que dispongo es hoy. De esta manera, diariamente renuevo la alegría de vivir.
Así mismo, agradezco a todos los que me ayudaron y a los que no; ellos me hicieron crecer y madurar y llenan mi “caja de recuerdos”.
Pero no me rindo, aún me quedan sueños por cumplir.
GRACIAS a esta profesión tan dura pero, a la vez, tan bonita y gratificante.