“Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos.”
Hermann Hesse (1877-1962) Escritor de origen alemán
40 años en la Enseñanza.
Cuando llegó el momento de decir adiós a mi trayectoria profesional como docente supuso también decir adiós a cuarenta años de dedicación y trabajo, ricos en experiencias, que nadaron en un mar de motivaciones, de ilusión, de esperanza, de entusiasmo, de honestidad, de buenas intenciones, de esfuerzo, de nuevos proyectos, prendas que siempre formaron parte de mi equipaje profesional.
Podría contaros cómo pasó. Relataros cada día, cada año, cada cambio, cada empujón dado a la historia. Necesitaría tanto como el propio tiempo transcurrido; por lo que debo contentarme con mirar desde la atalaya del hoy a la orilla del ayer, allá enfrente, a cuarenta años de distancia.
Fueron tantas las experiencias y las anécdotas compartidas con el alumnado, con sus familias o con mis compañeros y compañeras, que me es imposible recordarlas sin esbozar una sonrisa en cada una de ellas.
A modo de ejemplo, recuerdo como ensayábamos el coro, o bailes regionales o alguna obra de teatro, durante el periodo de recreo y como los niños renunciaban voluntariamente a este periodo de descanso para deleitarse con los buenos momentos que estos ensayos nos aportaban tanto a ellos como a mí.
He sido testigo del proceso evolutivo y de la transformación del concepto de Educación
Y de los muchos los cambios que ésta ha experimentado a lo largo de las cuatro últimas décadas.
Ayer, la Educación era la misma para todo el alumnado, con los mismos métodos y las mismas propuestas, independientemente de las características personales. Aquel diseño, en su uniformidad, quedaba, paradójicamente, lejos de la justicia educativa.
Ahora, sin embargo, la Pedagogía es diferenciada, adaptada a las individualidades, a la heterogeneidad de cada uno de nuestros alumnos y alumnas. Somos conscientes de que no todos aprendemos de la misma manera ni al mismo ritmo. Por ello, para favorecer el desarrollo integral de todos, independientemente de sus diferencias, se han creado, las condiciones necesarias y fórmulas de compensación de desigualdades, que han hecho posible una enseñanza personalizada adaptada a las peculiaridades individuales. Todo ello aliñado con el aporte y la presencia de todos los miembros de la comunidad educativa. Porque la responsabilidad de educar no es privativa de los docentes, sino necesariamente un compromiso compartido con la familia y la sociedad.
Hoy podemos afirmar que la educación por no ser la misma para todos, es más igualitaria. Vivimos en una sociedad plurilingüe y multicultural, en la que se han impuesto las nuevas tecnologías como demanda social de la educación y en donde los profesionales de la enseñanza nos hemos ido preparando y adaptando para dar respuesta a esta demanda. Reforzando sus valores, enfrentándonos a los nuevos retos.
Tuvimos que superar dificultades. Nuestro desafío fue conseguir formar a personas autónomas, hacer de ellas ciudadanos y ciudadanas preparados para afrontar la convivencia en una sociedad plural y compleja, en condiciones óptimas de éxito. Este reto hizo que nuestro trabajo resultase apasionante y que nos sintiéramos orgullosos de ser maestras o maestros.