“El primer paso para la solución de los problemas es el optimismo. Basta creer que se puede hacer algo para tener ya medio camino hecho y la victoria muy cercana.”
John Baines (1935-?) Filósofo y científico chileno
—¡Chico, estás gozando! —me dijo don Suiberto, un director setentón a punto de jubilarse.
Esto ocurrió hace ya cuarenta años, cuando yo tenía poco más de veinte. Y luego añadía:
—Para ti es la vida
Yo le contestaba que sí, y él ocupaba con su risa el despacho en donde no faltaban el sombrero y el paraguas portugués.
Mi destino me llevó a Ceuta en donde estuve siete años recorriendo casi todos los centros el primer curso. Después recalé en “la curva del plátano”, Centro de Educación de Adultos. Allí conocí el esfuerzo de los que no habían tenido oportunidades e iban a sacarse el “graduado” o simplemente a aprender a leer. Y qué satisfactorio era ver la cara de alguien que descifraba el mensaje, la carta que le enviaba su hijo desde Francia y ahora sí, ahora podía leerla sin la ayuda de la vecina. Esta gratificante experiencia se repitió en el Centro Abril de Badajoz en donde estuve nueve años repartidos entre la Richolá, Las Malvinas, San Pedro de Alcántara, el Bárbara, bajos de la Aneja, etc. Casi siempre he estado en el turno de tarde y noche por lo que el alumnado, sobre todo al principio, era mayor que yo, (y de ellos mucho aprendí). En 1995 las lluvias derribaron la techumbre del centro “Abril” y nos repartimos por distintos centros de Badajoz (y en esas andamos todavía, sin un verdadero centro de Adultos en Badajoz).
Mis inquietudes siempre estuvieron ligadas a conocer otras culturas, de manera que me preparé para las plazas del ministerio de educación en el exterior, y la perseverancia hizo que en 1999 obtuviera plaza en Tetuán (Marruecos), adonde fuimos toda la familia a compartir esta increíble experiencia: país extranjero, lengua extraña, cultura distinta. Fue una época inolvidable porque conocimos un país tan próximo en la geografía como distante en la cultura. Por la capital del Rif estuve hasta el año 2005. Después tocaba volver a España.
Barcarrota fue mi siguiente destino con alumnado Salvaleón, Almendral, Higuera: un ir y venir desde Badajoz. Conocí la realidad de estos chicos de pueblo que se esforzaban y que hoy tienen carreras universitarias. Después, en 2008, tocaba nueva experiencia, como asesor de formación en el CPR de Badajoz en donde tuve la oportunidad de conocer la implicación y la mejora constante del todo el profesorado en la formación. Eran los tiempos del P.A.L.E.
El destino inquieto me llevó a aceptar por un año el Instituto Giner de los Ríos, de Lisboa. Y allí que me fui, a conocer la cultura y lengua portuguesa, que está ahí...tan cerca.
Volví a mi centro de adultos “Abril”, esta vez enfrente de la catedral y tan contento como la primera vez, con alumnos que necesitaban títulos para incorporarse al mercado laboral y que agradecían la labor que realizábamos.
Pero el Magreb me llamaba otra vez. Me había estado preparando para el exterior y “me reencarné”, otra vez en Tetuán. Fueron seis magníficos años en el Instituto Ntra.Sra. del Pilar, una comunidad educativa implicada en la educación y, junto con el “Jacinto” y el Juan de la Cierva”, verdadero foco cultural en Tetuán.
Y ahora que miro hacia atrás, escucho a don Suiberto, y yo le digo que sí, que estoy gozando, que para mí fue la vida, esa desde la que han pasado cuarenta años, entre pupitres. Esa vida que ahora nos ha traído aquí.
—Sí, don Suiberto.