“Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos.”
Hermann Hesse (1877-1962) Escritor de origen alemán
Queridos compañeros:
Que os puedo contar que vosotros no hayáis vivido o soñado.
Yo, también nací en el 55, como mucho de vosotros,
En Zorita vi la luz el 1 de diciembre. Allí me inicié en las primeras letras, en el colegio Nuestra Señora de Fuentesanta. Con especial recuerdo de mi maestra Ana, quien no solo me enseñó a leer, sino que me inculcó los valores cívicos que tan importante son para la vida social.
Crecí felizmente en el seno de una familia muy trabajadora, honesta y humilde. Acudí día a día, como cualquier otro niño, a la escuela de la leche en polvo, del queso americano y de la enciclopedia Álvarez.
Quiso el destino que mi maestra de primaria y directora del colegio, fuera mi vecina D. Tomasa, que animó a mis padres para que hiciera el examen de ingreso de Bachiller, estudios que inicié con once años. Ella siempre creyó en mi y en mi capacidad de trabajo.
Como las posibilidades económicas no me permitían trasladarme a Cáceres, hice los estudios de Bachiller Elemental (1º - 4º) de forma libre. Estudiaba en el pueblo con la ayuda de los maestros Concha, José y el cura, que nos enseñaba latín. En el mes de Junio iba a examinarme al Instituto a Cáceres. Aún recuerdo los nervios, los madrugones y el olor del combustible del coche de línea, así fui aprobando los cuatro primeros cursos del Bachiller y su correspondiente reválida.
Para continuar los estudios de Bachiller Superior y posteriormente COU me traslade a Cáceres a casa de una conocida de mi madre.
Gracias a mi padre, que emigró a Suiza, pude continuar estudiando y terminar Magisterio con la ayuda de las becas de hijos de emigrante.
Mi sentido de la responsabilidad hizo que los tres cursos de Magisterio fueran de un sacrificio importante ( estudiando todos los días de la semana, incluyendo festivos) con el objetivo de conseguir una de las plazas de acceso directo que se reservaban para los mejore alumnos de la promoción. El sueño se había hecho realidad.
Mi primer destino provisional fue en el colegio Santiago Apostol de Marchagaz donde solo permanecí un curso el 78/79, con niños de párvulos. Mi clase era un local en la planta baja del Ayuntamiento, era un local frío y con poco material, del que no guardo muchos recuerdos.
Mi segundo destino ha sido en el Colegio Divina Pastora de ELJAS donde he permanecido hasta mi jubilación, 36 años.
Ha sido y será mi pueblo de adopción, donde no solo trabajé, también viví y crié a mis dos hijos. Con 23 años y prácticamente sin experiencia, recuerdo que los inicios fueron duros.
Los primeros seis curso en fueron en Infantil y como no tenía aula, las clase las daba en la cochera de la casa parroquial y el gallinero del cine parroquial. Sin calefacción, servicios y sin apenas luz natural. Aislada de mis compañeros, pero cargada de ilusión y ganas de trabajar. ¡Que tiempos aquellos!, donde para hacer fotocopias se utilizaba la plancha de gelatina, con cola de pescado y azúcar.
Cuando se produjo una vacante en Primaria, opté a ella y desde entonces me he movido entre los cursos de 1º a 5º.
Ha sido una gran satisfacción haber trabajado en este colegio tan entrañable, y me he ido con tristeza porque han sido muchos años y sinceramente lo llevo en mi corazón, pero también con agrado por haber podido compartir tantos años con un alumnado extraordinario que me han hecho sentirme muy a gusto. Han sido muy especiales y me he ido con la alegría de haber dedicado parte de mi vida a ellos. He tratado de enseñar no solo conocimiento, sino prepararles para la vida, de inculcar valores como respeto, tolerancia, solidaridad, amistad y esfuerzo personal.
Presumo de haber estado siempre rodeada de grandes profesionales además de grandes personas de los que he aprendido. Me he realizado como persona y maestra al lado de ellos y juntos siempre hemos intentado formar el mejor equipo. En la escuela de arte de la vida, todos, somos maestros y todos, somos alumnos.