“Tú verás que los males de los hombres son fruto de su elección; y que la fuente del bien la buscan lejos, cuando la llevan dentro de su corazón.”
Pitágoras de Samos (582 AC-497 AC), Filósofo y matemático griego
Cuando una joven en la década de los 70 se planteaba elegir una profesión, en muchos casos era bajo la orientación familiar, determinada por su economía, o por la influencia social, en base, claro está, de lo “adecuado” para una mujer cuyo futuro pasaba por formar una familia.
Este fue mi caso. Me matriculé en la Escuela de Magisterio, la “Normal” de Sevilla, a pesar de que, en realidad, hubiera preferido dedicarme a la medicina, concretamente a la cirugía.
Descubres la carrera con sus estudios de Pedagogía, Ciencias de la Educación, Metodologías, y unos mínimos conocimientos…Y poco a poco comienzas a valorar su importancia y sus posibilidades. Luego, al terminar los estudios se abre ante ti un vasto campo para ejercitar tu profesión, donde los límites los pones tu misma.
En el caso de la docencia, las opciones van acompañadas de grandes ideales de trasformación social, de contribución a cambiar el mundo a través de valores que mejoren y palien las necesidades de esos futuros adultos, mujeres y hombres en cuerpecitos infantiles.
Esa era mi percepción como maestra sin experiencia pero que, en todo momento, tuve presente que mi trabajo era mirar hacia la eternidad porque, según el historiador Henry Adams, nadie puede predecir donde acaba la influencia del que enseña y educa.
Ahora, desde mi actual situación y perspectiva sigo creyendo en la práctica educativa como medio de unir culturas, abrir horizontes, despertar inquietudes y sobre todo, creo en la metodología del teatro – a lo que he dedicado, y sigo dedicando, más de 20 años – como herramienta global para educar íntegramente a la persona.
Me voy a permitir una reflexión esperanzadora que pasa por una educación de futuro con una base multicultural, tolerante, integrador y dirigida a formar compromisos. Aunque también creo que esto no lo puede hacer la escuela solamente sin un gran apoyo de Estado que apueste e invierta en el prestigio y formación tanto de maestras y maestros como del profesorado.
Manoli Honrado
http://teatroclasicoenlaescuela.wordpress.com/