“Ese precioso y necesario don del sentido común, que es el menos común de los sentidos.”
Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) Escritor español
En julio de 1976 terminaba los estudios de Ingeniería Técnica en Telecomunicaciones y en octubre de ese año empezaba a dar clases de F.P. rama eléctrica en Herrera del Duque. El taller eléctrico estaba situado en los altos del ayuntamiento, por tanto no podíamos hacer ruido, ni prácticas pues no había corriente eléctrica. Bueno poco a poco me fui adaptando a esa situación. Lo peor era que la mayor parte de los fines de semana me tenía que quedar en Herrera pues sólo podía salir vía auto-stop y normalmente, después de un par de horas en la salida hacia Villanueva de la Serena, me tenía que volver pues no pasaban coches.
Después de un curso escolar me fui a la mili y al volver el Sr Coordinador de F.P. en Badajoz me negó la plaza que por ley me correspondía. Vía Madrid me incorporé al Politécnico de Linares donde estuve 4 años. Con plaza definitiva en ese Instituto no se me había pasado por la cabeza salir de Linares. A mí no, pero a mi mujer sí. Acabé en D. Benito en el Cuatro Caminos y coincidencias de la vida con el coordinador de marras de profesor en ese centro. Fue genial.
Cinco años en Castuera y veintisiete en Azuaga, de los cuales veintidós lo fueron como director del I.E.S. “Miguel Durán” compatibilizando diez de ellos con la 1ª tenencia de alcaldía de Azuaga.
Destaco de la etapa azuagueña dos cuestiones para nada baladíes en Educación:
Lo importante, por no decir fundamental, que es contar con un Ayuntamiento implicado, a todos los niveles, en el desarrollo y promoción de la educación de pueblos y ciudades. Del fruto de esa colaboración resultó que Azuaga tuviera un sitio en el mapa educativo extremeño y que cuando se hablara de Consejos Escolares Municipales la referencia fuera normalmente Azuaga.
Esa implicación permitió que el C.P.R. se situara en Azuaga y además como centro autónomo y no sección de otro como se pretendía. Fueron años de mucho trabajo pero que merecieron la pena.
Destaco también el papel que durante muchos años realizó la inspección educativa en la Campiña Sur, sobre todo por la creación del seminario de directores. En el mismo nos incluimos todos los directores de centros educativos de la comarca con independencia del nivel educativo. Se realizaron trabajos conjuntos, compartimos medios materiales y espacios y sobre todo encontramos un sitio donde poder resolver las dudas y problemas que a diario nos surgían.
Entiendo que esto es suficiente aunque lógicamente treinta y ocho años de servicio en educación dan para escribir un largo anecdotario, cuestión esta que dejaremos para el lugar y el momento adecuados.