“No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así.”
William Shakespeare (1564-1616) Escritor inglés
Siempre lo he sabido, pero ahora que mi vida laboral ha finalizado, estoy completamente segura, de lo afortunada que he sido de poder ejercer una profesión tan bonita como la de ser “maestra”.
Maestra ! Me llamaban muchas veces mis alumnos, y era un orgullo inmenso poder sentirme realmente así.
Los tópicos con los que hemos tenido que convivir, las vacaciones, las horas diarias, “la buena vida” de los maestros, todo, lo bueno y lo menos bueno, el no parar, ni en vacaciones, las jornadas interminables, el estrés diario, la gran responsabilidad, todo, ha merecido la pena, porque el ver como nuestros alumnos crecían a nuestro lado y van adquiriendo conocimientos y estrategias de vida, ver sus sonrisas y a veces sus llantos, ver su ilusión y a veces su angustia, sentir su cariño y a veces su admiración, ha sido una recompensa inigualable a cualquier regalo que nos pueda ofrecer la vida.
Cuando estaba en el instituto, veía por las tardes a las maestras de infantil con sus alumnos en el recreo, mi casa estaba cerca del cole, y aunque no paraban, siempre sonreían, y yo pensé, yo también voy a ser maestra, y lo soy, lo he sido, y siempre lo seré.
He terminado dando clases a los hijos de mis alumnos, y era una sensación que me llenaba de emoción, al mismo tiempo que me hacía ver lo mucho que llevaba dando clases, me hacía sentir muy necesaria. Qué sería de la sociedad sin maestros ? Nosotros somos el principio y el fin de tantas ilusiones, de tantos sueños, de tantas experiencias y de tantos recuerdos, que cualquier vida, de cualquier persona, se queda vacía sin sus maestros.
En quinientas palabras es difícil resumir tanta vida y tantos momentos inolvidables, pero quiero decir algo importante para mí, porque siempre lo he tenido claro, que si podía hacer que mis alumnos el día de mañana fueran personas capaces de pensar y analizar solitas, capaces de respetar al otro, capaces de ponerse en el lugar del otro y poder ver las cosas desde diferentes puntos de vista, capaces de ayudar sin pedir nada a cambio, si he conseguido dejar “buenas personas “ en este mundo
cada día más complicado, habré logrado mi objetivo, cambiar a mejor las cosas, poner mi granito de arena, para que, esos médicos que fueron mis alumnos, esos policías, esas ingenieras, albañiles, amas de casa, actores, agricultores, ganaderos, mecánicos, abogados, políticos, … recuerden lo que esta maestra les decía…Lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie más.
Gracias, por dejarme ser maestra.