“La gota horada la roca, no por su fuerza sino por su constancia.”
Ovidio (43 AC-17) Poeta latino
El sueño de una niña de una familia extremeña, numerosa y con pocos recursos económicos era ser maestra. Admiraba a sus profesores, esas personas que con sus conocimientos y educación le abrían los ojos a un mundo desconocido. Sentía que un día ella haría lo mismo.
Siempre contó con el apoyo de sus padres, conscientes de que el saber le abriría un mundo de posibilidades.
Disfrutó de los estudios, de los compañeros y amigos en los viajes culturales, le impresionaban aquellos monumentos, museos, ciudades…
Muy pronto se dio cuenta de que esta vocación se dirigía hacia las Matemáticas.
Con el tiempo, esfuerzo, perseverancia y hasta sacrificio, cursó estudios universitarios y, por fin, llegó el momento de trabajar en lo que siempre había deseado: Profesora de Matemáticas de Secundaria.
Sintió la buena acogida de los compañeros en un pequeño pueblo de Extremadura, para ellos era “la niña”. Sintió el aprecio y la gratitud de los alumnos. Fue una buena experiencia, sin duda, recibió mucho más de lo que dio.
A los alumnos, desde pequeños, presentaba la asignatura como un juego se ponen unas reglas y se juega según esas reglas. A esas edades la capacidad de razonamiento y abstracción no están desarrolladas en muchos niños. Aunque, casi nunca fue fácil, con el tiempo iban desarrollando capacidades y actitudes propias de la asignatura.
La intención siempre era hacer un poco más fácil lo difícil.
No siempre se entendió lo que quería hacer. La asignatura requiere tiempo y dedicación, pero desarrolla formas de pensamiento y razonamiento que se pueden aplicar en muchos aspectos de la vida.
Quería transmitir su ilusión de que las matemáticas están en todas partes.
Mirando a través de la ventana de la clase explicaba geometría, poniendo ejemplos reales, escuchando el “oh, es verdad” de los alumnos.
Con su gusto por la asignatura, trabajó en todos los niveles: desde atención a niños con dificultades de aprendizaje hasta las Matemáticas II de segundo de bachillerato, consciente de que si los contenidos son importantes es más importante la educación en valores humanos y sociales. Por eso tuvo que parar algunas clases y establecer el diálogo entre todos para resolver algunos problemas o tener charlas individuales en pasillos con algunos alumnos que no tenían un comportamiento adecuado. La mayoría de las veces dio su fruto.
Intentó ponerse al día con la revolución que supuso la introducción de las nuevas tecnologías en la Enseñanza.
Siempre con la misma dedicación y la idea de que la enseñanza es una profesión de servicio a la sociedad y que tenemos que devolver a la sociedad lo que ella nos ha dado.
Fueron treinta años dedicados a hacer lo que le gustaba y hubiera querido que fueran más, pero a veces el cuerpo no acompaña a la mente.
Fue dura la separación, dejar lo que había sido la mitad de su vida
Ahora se queda con la satisfacción de que esa niña cumplió su deseo.
Escribo en tercera persona porque yo, en sueños, todavía sigo en el instituto.