“El primer paso para la solución de los problemas es el optimismo. Basta creer que se puede hacer algo para tener ya medio camino hecho y la victoria muy cercana.”
John Baines (1935-?) Filósofo y científico chileno
No deja de sorprenderme, que haya llegado tan pronto el momento en que se me pida resumir en breves líneas toda una vida docente.
Mi vida profesional se inició un lejano septiembre de 1978. En una Unitaria de una finca llamada “Malladas”, cercana a la localidad de Moraleja; de allí pasé a Torrejoncillo. A partir de aquí, hice un peregrinaje por diferentes pueblos de la provincia: Garrovillas, Torremocha, Valdesalor…
El curso 1984-1985, lo inicié, como propietaria definitiva en la unidad de Educación Infantil, en el colegio público “San Ildefonso” del entrañable y siempre recordado pueblo de Salorino, donde viví, quizás la etapa más gratificante de mi vida profesional.
El curso 1989-1990, por Concurso de Traslado me incorporé al colegio público “Gabriel y Galán”, donde tuve una vivencia más que enriquecedora con los Hijos de la Comunidad Gitana, de donde procedían la mayor parte de mis alumnos.
Mi vida profesional termina en el colegio “Prácticas”, antiguas “Anejas”, donde desarrollé con toda seguridad la etapa más creativa de mi vida. Aún pueden verse las huellas de mis creaciones en los espacios del Centro, entre las que no puedo, por menos de recordar: “la Novia Cadáver”, “el guiñol y teatralización de Mozart”, entre otras actividades dentro de las Semanas Culturales que todos los cursos se desarrollaban en el Colegio. Me despido eternamente agradecida por esta maravillosa profesión que me ha permitido desplegar con PASIÓN mis cualidades artísticas, motivando y ayudando siempre a los niños; sorprendiéndolos y amándolos cada día.
Además agradeciendo al trabajo y a mis alumnos la vida tan apasionante que me han regalado a lo largo de estos años. No puedo por menos tener un imborrable recuerdo sobre los alumnos que he tenido con necesidades educativas especiales (NEE) que han sido un ejemplo de superación, lucha y vida. Y entre todos destacar la grandeza de mi querido Nathan Wait, californiano con parálisis cerebral, sólo hablaba en inglés. Tuvimos una gran conexión desde el principio y nunca olvidaré lo fácil que resultó algo que parecía tan complicado. Nos dimos mucha felicidad y aprendimos juntos, aunque el primer día estaba muy asustado y llorando, enseguida cambió y jamás perdió su expresión rebosante de felicidad que a todos nos contagiaba…
Sólo estuvo en Cáceres ese segundo Curso de primaria (2011-2012), su familia se trasladó y no he vuelto a verlos, pero siempre estará en mi corazón…