“Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.”
Albert Einstein (1879-1955) Físico alemán
Nací en Herrera del Duque y en el CEIP Fray Juan de Herrera ejercí casi todo mi magisterio desde el año 1981, menos tres cursos, uno en Peloche, otro en Castilblanco y otro en Valdecaballeros; pueblos todos ellos de la Siberia Extremeña, donde casi nadie quería venir de maestro. A esta tierra siempre quise dedicar mi docencia, mi trabajo, mi vida, mi tiempo…
Recuerdo aquel día que entré por primera vez en una escuela con mariposas en el estómago a ejercer mi profesión, la de maestro. Niños y niñas de 1º de EGB esperaban con la inocencia en los ojos y con la inquietud de conocer a su nuevo maestro… Recuerdo muy bien aquel olor a tiza, a pizarra, a libros de texto, a compañeros, a algarabía de niños, a escuela, a magisterio…
En mi último día de escuela, no vengo con mariposas en el estómago, sino con águilas que me desgarran por dentro, no me esperaban aquellos niños y niñas de primero, hoy ya cuarentones, me cruzo con ellos todos los días por las calles de mi pueblo… Aún reconozco en sus rostros aquellas caras inocentes de grandes ojos ávidos de curiosidad y de conocimiento… Recuerdos a mi mente vienen, todos ellos buenos…
En el colegio desempeñé muchas funciones, la más importante la de maestro: Secretario, Jefe de Estudios, profe de Ed. Física, francés, lengua castellana, hasta de bombero… hubo que apagar algún fuego.
El colegio me lo ha dado todo, hasta mi mujer Ana a él se la debo. Maestra de educación infantil entra todos los días por la puerta respirando docencia, magisterio… Comparte conmigo todos los días sus experiencias, sus proyectos…
Ya jubilado, no vengo con mariposas en el estómago, ni vengo ya con águilas que me desgarran por dentro… sino con la sensación de haber hecho escuela, de haberme implicado en el colegio, de llevar los deberes hechos, de llevar la mochila repleta de experiencias y proyectos… de haber compartido con mis compañeras y compañeros la profesión más bonita de todas… la de ser maestro.
El tiempo de docencia se me acaba, a las aulas y a los niños echaré de menos… Se abren para mí nuevos tiempos… no quería que llegara este momento, el de “decir adiós” y tengo que sacar de los entresijos de mi alma la capacidad para hacerlo… Hasta aquí la escuela, la docencia, el colegio…
Mi familia, mis amigos, mis compañeras y compañeros, mis niños y niñas… han llenado mi vida docente, he sido grandemente feliz, me voy dichoso y contento…
Ante la prisa endiablada de nuestra sociedad, he recibido la jubilación con calma, con sosiego, con suavidad, con ternura, con tranquilidad y con pasito lento. No me faltará tiempo para las cosas importantes: el café reposado, la conversación lenta, el paseo despacioso, la lectura tranquila, la música bien saboreada, la amistad largamente compartida, el amor lentamente expresado, y sobre todas las cosas, dedicar a mi familia y a mis amigos todo mi tiempo…