“Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos.”
Hermann Hesse (1877-1962) Escritor de origen alemán
Mi primer destino (1980) fue una sustitución de Matemáticas, Ciencias Naturales de 7º y Ciencias Sociales y Plástica de 8º de EGB, en un colegio de Vic (Barcelona). Solo fueron 9 días. No quiero decir lo que tuve que estudiar en esos días para dar unas clases dignas. Después vino el Joan Maragall (Rubí), donde crecí como profesional , y descubrí los ingredientes de altruismo, entusiasmo; y la importancia de la amistad que envuelve esta profesión. Sería la primera y última ocasión de dar clases en mi especialidad de Ciencias Humanas. Fueron años convulsos de transferencias educativas. En nuestra provincia de oposiciones (Badajoz) no se querían hacer cargo de nosotros; y en Cataluña se hablaba de hacernos "Supernumerarios". Y a pesar de que el prefijo sonaba a algo grande, tomamos la decisión de que había llegado el momento de cambiar de aires.
La siguiente escalada fue Villaverde del Río (Sevilla). De los tres años pasados allí en el Ciclo Medio, me quedo con la veneración y el respeto que los padres tenían hacia los maestros en general.
Así llegamos a nuestra querida Comunidad. En Puebla de Alcollarín, un pueblo de "colonización" de unos 500 habitantes, en el que pude instalarme como maestro ¡con casa y todo! Fueron años de muchas carencias en los recursos, pero a la vez muy enriquecedores: allí viví lo que es la escuela rural.
Llegué al Francisco Valdés (Don Benito) en el año 1995. Para entonces ya acumulaba una dilatada experiencia educativa; pero hubo que hacerse un hueco y ganarse un lugar en él. Nada de lo hecho se tiene en cuenta en los distintos Centros a los que uno llega. Siempre inicié el curso con una frase escrita en la pizarra: "Lo más importante es el respeto a los demás", esa es la esencia de la convivencia. Y no hay mejor guía para ser buena persona y buen ciudadano que el ejercicio de esa frase. Ver evolucionar a mis alumnos y crecer como personas ha sido el aspecto más satisfactorio y de felicidad de nuestro trabajo; y no conseguir ese crecimiento, sin duda el más frustrante. Aquí tuve la oportunidad de desarrollar un Proyecto de Lectura apasionante e ilusionante, y en el que, a pesar de las innumerables horas de trabajo, rodeado de un magnífico equipo de personas, me lo pasé genial. Baste citar las palabras de Günter Grass: "No hay espectáculo más hermoso que la mirada de un niño leyendo". El espectáculo se hace imborrable cuando escuchas a tantos y tantos niños leer bien.
Por último, quiero recordar las palabras de Aticus Finch, el personaje de "Matar un ruiseñor", la novela de Harper Lee, cuando aconsejaba a su hijo "la necesidad de ponerse en la piel del otro". Porque esta es la única forma de avanzar en cualquier colegio, como agrupación de personas tan diversas en sus intereses, en lo personal y en lo social. En ello puse todo mi empeño, convencido de que la educación es la única vía para lograr un mundo mejor.