“Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes.”
Charles Dickens (1812-1870) Escritor británico
TESTIMONIO DE UNA VIDA
Finaliza un largo camino de 41 cursos escolares que inicié en 1977 con la ilusión que despertaba la llegada de la democracia, la construcción de un país nuevo, mejor y reconciliado con su pasado. Formé parte de los movimientos de renovación pedagógica en la Escuela de Verano de Extremadura, y con la aprobación de la LOGSE participé de la ilusión de cambiar el mundo a través de la Escuela.
He sido maestro rural y de ciudad, en el aula y en los servicios de apoyo a través de la radio cuando apenas había profesorado de inglés en las escuelas rurales extremeñas; tutor y especialista; Director del CEIP Miralvalle y Director General de Calidad y Equidad Educativa. He seguido, y a veces predicado, las más variadas propuestas pedagógicas: desde aquellos “programas renovados”, a la LOGSE y el constructivismo; del Functional- Notional Approach al Communicative Aproach; de las Tecnologías de la Información a las del Aprendizaje. Pero sólo comprendí el auténtico sentido de la escuela cuando descubrí las inmensas posibilidades de la biblioteca escolar. Entendí que los libros y la lectura no cambian el mundo, pero ayudan a ser mejores personas y ciudadanos con criterio. Que la cuenta de resultados de un colegio hay que medirla en términos de competencia lectora. Que hay tantos estilos y manera de enseñar como de aprender, solo se trata de encontrar la propia para despertar la capacidad de asombro, la emoción y el sentido de lo misterioso, eso que nunca acabamos de conocer.
Para justificar la necesidad de cambios tecnológicos solía decirse que si un maestro de principios del s. XX volviera al aula actual - al contrario que un médico - no encontraría demasiadas diferencias con la escuela que él vivió y estarían como en casa con la vieja pizarra, pupitres y libros de texto. Siento disentir. No porque hoy dispongamos de PDI y tablets, sino porque el problema central de la enseñanza no son los medios tecnológicos sino las maneras de enseñar y aprender, las relaciones entre padres, maestros y alumnos, la clara distinción entre consumir tecnología y construir conocimiento; saber ser maestros de centro, sin dejar de ser maestros de aula. Así que un maestro de hace 100 años estaría hoy tan perdido como el médico del pasado que resucitara en medio de la junta facultativa de hospital. La sociedad ha cambiado y por ello hay que adaptar el ejercicio, la prudencia y el buen juicio a estos tiempos líquidos en los que la responsabilidad familiar de educar está diluida y no es solo la escuela quien instruye.
He asistido a muchas jubilaciones y siempre me ha llamado la atención la evocación agradecida a los padres. Hoy sé por qué. Porque al final de sus días en la escuela aquellos maestros y maestras no olvidaban quiénes eran y de dónde venían. Somos de hijos de familias que han luchado mucho para que podamos estar aquí, hijos del ascensor social de la escuela, hijos del anhelo de igualdad. Y sería bueno tenerlo en cuenta, porque solo así podemos hacer que la educación ayude a escalar los muros de la división social, a hacer ciertas las mismas esperanzas que pusieron en nosotros. Hemos vivido duros años de crisis, y sin embargo la cohesión social casi no se ha resentido en la educación extremeña. Y ha sido así en buena medida gracias al esfuerzo de maestros, equipos directivos, servicios educativos… y a que entre todos hemos logrado asentar y utilizar el capital de igualdad de que disponía nuestro sistema educativo (libros, bibliotecas, apoyos, orientación, comedores, aulas matinales…) para que se pudiera acceder y permanecer en el sistema educativo. Igualdad y Equidad son las razones de ser de la escuela pública para la que trabajamos. Por ello, la profesión docente conlleva en algo más que enseñar, construye sociedad.
Mi gratitud a todos los compañeros/as, de los que aprendí y aprecié. En Cañamero, Telde, Ahigal, Plasencia, en la Consejería de Educación. Y a los de mis últimos 7 cursos en el CEIP Castra Caecilia. A todos deseo una buena travesía llena de aventura y conocimiento para llegar más lejos, más lejos del mañana que ya se acerca. Aunque, como decía el escritor británico L.P. Hartley, “el pasado es otro país y allí las cosas se hacen de otra manera”.