“He ofendido a Dios y a la humanidad porque mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido.”
Leonardo Da Vinci (1452-1519) Pintor, escultor e inventor italiano
Mi contacto con la docencia ha sido breve, llegué a ella mas que por casualidad, por “causalidad”.
Me explico: la docencia no era una de las opciones que se presentaron ante mí cuando inicié mis estudios de Geografía e Historia, pero determinados acontecimientos vitales dirigieron mi vida en esa dirección.
Yo quería ser investigadora, arqueóloga, y descubrir los mensajes contenidos en los restos materiales que nos dejaron nuestros antepasados.
En los años 70 me casé y me dediqué a mi familia a tiempo completo. Fue una decisión personal y meditada, en una época en la que la opción de la mujer, en la mayoría de los casos, era casarse y criar hijos, bajo la dependencia social, económica y legal del marido.
Mis estudios me sirvieron para explicar a mis hijas algún tema que surgiera durante las comidas ya sea por su propia experiencia en el colegio o por que apareciera en la tele.
Así que cuando mis hijas salieron de casa para estudiar sus carreras, sentí que me faltaba algo y decidí elegir, entre las pocas opciones laborales, que se abrían ante mí, ya que tenía 40 años, la docencia.
Llegué a ella con muchos años, pero también con mucha ilusión. Quería comerme el mundo. Quería enseñar y educar a otros niños ´como lo que había hecho con mis hijas. Quería ser la gran maestra, la infalible, la importante en la vida de ellos. Y me topé con serias dificultades, hasta que me di cuenta de que no podría ser una buena docente hasta que no aprendiera de los alumnos.
Fueron ellos los que me enseñaron el oficio, los que me hicieron darme cuenta de que las teorías son muy bonitas pero que hay que bajar a la tierra para desde allí educar a cada quien, según sus necesidades, educarlos a su manera, no a mi manera; en una palabra: no tanto enseñar como AYUDAR A APRENDER, para lo que es necesario ser paciente y respetar el ritmo de aprendizaje de cada alumno.
Poniendo esto en práctica, acabe mi carrera docente en el curso 2017-2018 feliz por jubilarme, pero también feliz y satisfecha por los años dedicados a la docencia.
Pilar Álvarez Fernández