“Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que cualquier otro talento.”
Isaac Newton (1642-1727) Matemático y físico británico
Después de trabajar como maestra interina en varios pueblos, pude concursar a ciudades de más de diez mil habitantes por ser maestra y licenciada. En 1985 conseguí destino definitivo en el colegio Virgen de Argeme de Coria.
De nada me sirvió mi título de licenciada por el que había conseguido una plaza para, supuestamente, impartir Geografía e Historia a los alumnos de 6º, 7º y 8º.
Las necesidades del centro requerían que diera clases a 1º de Primaria. Me enviaron a un aula alejada del cole. Un aula con techo de uralita y ventanas de hierro que no encajaban. Un único servicio para profesora y alumnos. En ese váter había que hacer las necesidades de pie. Eso sí, muy bien señalizado donde debíamos colocar cada uno de los pies.
Llegó el invierno, un invierno frío, los radiadores eléctricos saltaban, sólo se mantenía encendido un triste brasero cuya potencia era insuficiente para calentarnos a todos. Mis alumnos y yo trabajábamos, la mayoría de los días, con el abrigo puesto y, a veces, hasta con los guantes.
La primavera fue muy cálida y, con el techo de uralita, podéis imaginar…calor y calor, sudar y sudar.
Las clases por las tardes se hacían insoportables.
Desde finales de abril, maestra y madres nos íbamos un cuarto de hora antes de las tres, para sacar mesas y sillas a la parte de atrás del jardín y, así, aprovechar la sombra que producía nuestra propia aula. A las cinco, volvíamos a meter todo el material.
Por supuesto, no había teléfono. Si tenía algún apuro, salía a la puerta del aula y llamaba a la madre de uno de los alumnos, que vivía al lado: “¡préstame un rollo de papel”! o “¡llama al centro que fulanito se encuentra mal!” …
Con insistencia y el apoyo de los padres, conseguimos que cerraran el aula y, al año siguiente, nos hicieron un hueco en el colegio donde comencé a impartir mi especialidad, Geografía e Historia, a los alumnos de 6º, 7º y 8º. Más tarde Secundaria.
Además de mi especialidad, en los 38 años dedicados a la enseñanza, me ha tocado impartir otras asignaturas: Lengua, Ciencias Naturales, Matemáticas e, incluso, Francés.
He tenido la oportunidad de ver la enseñanza desde varios ángulos: como docente y como miembro de un equipo directivo durante nueve años.
En cuanto al colegio, reforma tras reforma conseguimos dar color a sus aulas y llenarlas de actividades variadas, muchos proyectos y nuevas Tecnologías.
En mis primeros años, me llenaba las manos de tinta con la imprenta de Freinet, después con la multicopista. Aparecieron las máquinas de escribir eléctricas y los primeros ordenadores. Ahora tenemos portátiles, tablets, pizarras digitales…
Recibí con mucha ilusión las nuevas Tecnologías por lo que acepté el cargo de coordinadora TIC.
Comencé con clases de ratios muy altas. Llegué a tener hasta 43 alumnos en un aula. Conseguimos reducir la ratio después de varias huelgas.
He tenido la gran suerte de trabajar en lo que más me gusta: enseñar. Ser maestra. Doy gracias a la vida porque me ha permitido terminar mi labor con dignidad. Siempre tuve mucho miedo de perder mi ilusión, mi fuerza y energía en el trabajo antes de jubilarme y que mis alumnos me recordasen achacosa y desganada.
Mª Manuela Jiménez Blanco.