“Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que cualquier otro talento.”
Isaac Newton (1642-1727) Matemático y físico británico
Mis comienzos en esta digna profesión de maestro tuvieron lugar en octubre de 1992 en el Centro de Recursos de Anchuelo (Madrid), como profesor de Educación Física, itinerante en cinco pueblos: Corpa, Pezuela, Santorcaz, Valdeavero y Anchuelo.
Continué en la educación física en el Centro de Recursos de Lagartera (Toledo), también como itinerante en nueve pueblos: Parrillas, Ventas de San Julián, Calzada de Oropesa, Torralba de Oropesa, Herreruela, Alcañizo, Alcolea de Tajo, El Bercial y Valdeverdeja.
Seguidamente, estuve adscrito al C.P. Santa Catalina de El Real de San Vicente (Toledo), itinerando además a otros tres pueblos: Castillo de Bayuela, Hinojosa y Garciotún. Y a continuación estuve durante dos cursos en el C.P. Conde de Mayalde de Añover de Tajo (Toledo). En ambos casos, de nuevo, en la especialidad de Educación Física.
Hasta aquí una primera etapa en la que tuve la oportunidad de conocer muchas escuelas, unitarias unas, incompletas otras... sus maestros, sus niños, sus familias. Muchos kilómetros durante los recreos, a mediodía o a media tarde... Y tantos recuerdos de recibimientos por parte de niños alegres y llenos de júbilo, tal vez por lo que la educación física tiene de especial: juegos, predeportes, actividades en la naturaleza... y balones, aros, pelotas, cuerdas, picas, raquetas...
Por otra parte, mi llegada a esta profesión me devolvió la posibilidad de volver a "mi querida tierra extremeña", lo que se antojaba prácticamente imposible en mi anterior profesión en Guadalajara. Un regreso que aconteció al ser destinado a Medellín, preciosa localidad donde he estado durante veintiún cursos y donde ha terminado mi labor docente.
A este magnífico pueblo acudía cada mañana muy contento de volverme a encontrar con su castillo, con su puente medieval, con sus iglesias de Santa Cecilia, San Martín y la de Santiago, con su teatro romano, con Hernán Cortés en su plaza y con su fundador, Quinto Cecilio, recibiéndome a la entrada. Y, por supuesto, con los niños de la escuela.
Aquí continué los dos primeros cursos en educación física, y el resto pasé a trabajar como tutor. Si mucho me había atraído la educación física que congeniaba a la perfección con mis gustos y aficiones, y de la que tantos y tan buenos recuerdos tengo, de juegos, salidas al medio natural, etcétera; tanto o más me llenaría mi etapa como tutor que proponía un conocimiento más completo del alumnado como grupo y también individualmente, (sus aptitudes, dificultades, intereses, relaciones, inquietudes, deseos...)
En mi colección de recuerdos estará, sin duda, la puesta en práctica del trabajo en equipo, siempre que se dieran las condiciones adecuadas, por la buena acogida y la satisfacción mostrada por los alumnos con esta forma de trabajo que permitía la participación, la colaboración y las ayudas entre todos, de forma que los alumnos con mayores dificultades se veían apoyados por sus propios compañeros.
Guardo como tesoros, cuadernos que recogen las primeras poesías realizadas por los niños, así como algunas "poesías y lecturas bonitas", de gran aceptación y con el éxito asegurado para los niños, y sobre todo, colecciones de algunos de los trabajos, dibujos y dedicatorias con que, durante todo este tiempo, me han sorprendido mis alumnos.
Todo ello además de muchas fotografías y vídeos de todos estos años, sobre todo de los últimos cursos, gracias a los avances tecnológicos.
Mi agradecimiento a todos los pueblos, y sus gentes, por los que pasé; especialmente al pueblo de Medellín, por ser el de mi más larga y reciente estancia, a las maestras y maestros que han sido mis compañeros, a los niños, a los padres y a Medellín, en general. También a mi familia; todos, de una u otra forma me ayudaron, me acompañaron y permitieron que yo haya podido recorrer este bonito camino.