“Y es que en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira.”
Ramón de Campoamor (1817-1901) Poeta español
Resumir casi cuarenta años en unas líneas, es dificil. Tampoco merece la pena hacer una “hoja de servicios”. Pero, quizás sí lo merece, plasmar algunos recuerdos y sentimientos que vienen a mi memoria, sin ni siquiera tener que pararme a recordar.
Mi primer recuerdo:
Era septiembre de 1978, en la Sala de Profesores del Colegio Reina Fabiola de Motril. Mi primer destino.
Un agradecimiento:
A Esperanza Rubio, mi compañera y “mi maestra” de Preescolar en Castilblanco, que compartió conmigo todo su saber para esta etapa.
Compromiso por la igualdad:
Ya desde 1982 en Casar de Miajadas, trabajábamos con grupos cooperativos, integrados por alumnos de distintas etnias, nacionalidades, intereses y capacidades.
En 1988 nos aprobaron en BOE, a nivel nacional, el proyecto “EDUCACIÓN NO SEXISTA EN LA ESCUELA”, que yo coordinaba.
Un momento de orgullo:
Cuando, ahora, escucho en la radio a un periodista que fue mi alumno en Casar de Miajadas. Pueblo donde nadie había estudiado en un Instituto hasta que llegamos nosotros de maestros. Allí, un Inspector de Educación llegó a preguntarme si el nivel de mis clases de Lengua no era muy alto para aquel pueblo. Tan pocas expectativas se tenían para aquel alumnado. Pero allí publicábamos un periódico escolar leído y esperado por todos los habitantes.
Un viaje inolvidable:
Con el programa de Escuelas Viajeras y mis alumnos de Casar de Cáceres. Una semana de convivencia en Navarra en la que disfrutamos, aprendimos y compartimos muchos buenos momentos.
Compromiso con la formación:
Doce años en el CPR de Cáceres. Procurando, no sólo dar respuesta a la necesidad de formación permanente que tiene el profesorado, también fomentando una nueva relación entre los docentes; el intercambio de ideas, la constitución de grupos de trabajo con nuevas propuestas metodológicas; la implicación de las familias en la educación; propiciando la relación familia-escuela…. Todo ello para concienciarnos de que la escuela debe adaptarse a la sociedad y a los tiempos que nos ha tocado vivir.
Una satisfacción:
Cuando cada mañana al ir al Colegio Francisco Pizarro de Cáceres, mi último destino, iba con alegría y sintiéndome afortunada por haber dedicado mi vida a la que me parece la profesión más bonita del mundo.
Y muchas alegrías:
Hace unos meses en un mercadillo, oigo: “señorita”… y un vendedor de etnia gitana, antiguo alumno, me saluda y me da las gracias por lo que le ayudamos. Y añade, no lograsteis que yo estudiara más; pero no he olvidado lo que me decíais, y, ahora mis hijos estudian en el Instituto y van muy bien.
O, cuando en cualquier calle, tienda o paseo aparece un/a o varios/as de mis antiguos alumnos y vienen a darme abrazos y besos y a contarme cómo les va.
Todo ello, compartido con mi marido, Pablo Masa Díaz, también maestro. Unas veces con destino en el mismo colegio y otras en centros diferentes. Y siempre pasando muchas horas hablando, leyendo, estudiando, programando, proyectando…. Y buscando la mejor forma de hacer con cada alumno o grupo.
La educación forma parte de nuestras vidas. Gracias.