“He ofendido a Dios y a la humanidad porque mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido.”
Leonardo Da Vinci (1452-1519) Pintor, escultor e inventor italiano
Comencé a trabajar en el Instituto Nacional de Enseñanza Media “El Brocense” de Cáceres en el curso 1978-79 como profesora interina de Lengua y Literatura Españolas y allí permanecí hasta mediados de los 80 en expectativa de destino, una vez aprobadas las oposiciones.
En el curso 85-86 obtuve plaza definitiva en el IES “San Pedro de Alcántara”, de Alcántara, donde ejercí durante cinco cursos inolvidables. Pasé de un centro urbano de más de mil alumnos a otro rural que no llegaba a trescientos, con una mayoría del alumnado procedente de los pueblos de la comarca. Allí me consolidé profesionalmente. Tuve compañeros y compañeras excepcionales, que me animaron a desempeñar mis primeros cargos directivos como secretaria y directora y con los que participé en numerosos proyectos de innovación que por entonces intentaban modernizar la didáctica y las metodologías. Fruto de uno de estos proyectos, me encargué de la creación del Departamento de Orientación del centro, uno de los primeros de la provincia. Fue una etapa muy enriquecedora.
A principios de los 90 volví a Cáceres en comisión de servicio: tuve la suerte de poner en marcha como vicedirectora un instituto. Junto con otros queridos compañeros, inauguramos el Instituto Mixto nº 4 de Cáceres, hoy llamado Al-Qázeres, primero en la calle Pizarro y al curso siguiente en su ubicación actual.
En el curso 92-93 volví definitivamente a El Brocense, mi instituto. Parecía que mi vida discurriría ya plácidamente entre clases y evaluaciones hasta que la Biblioteca se cruzó en mi destino. Como responsable del proyecto de la biblioteca del centro conté con la ayuda inestimable y el apoyo constante de mis compañeros y compañeras. Un segundo Premio Nacional de Bibliotecas y el premio “Tomas García Verdejo” a las buenas prácticas educativas en la Comunidad Autónoma de Extremadura fueron el resultado de un entusiasta trabajo en equipo que convirtió la biblioteca en una de las señas de identidad del centro.
Acabé mi vida profesional como secretaria del IES El Brocense, una histórica institución educativa cacereña unida indisolublemente a mi vida. Gracias a mis compañeros y compañeras y al personal no docente del instituto, mi trabajo fue siempre muy fácil y gratificante.
Miro atrás con cariño pero sin nostalgia. Uno de los aspectos positivos de mi profesión es que me ha permitido empezar cada año de nuevo. Y aunque en mis treinta y ocho años de docencia hayan ido cambiando los planes de estudio, las modas, los usos y las costumbres e incluso el nombre de mi asignatura, cada año viví la emoción del comienzo con nuevos alumnos, atolondrados algunos, díscolos y conflictivos otros, formales y trabajadores muchos, llevando a cuestas la pubertad o la adolescencia. Y en los ojos de algunos de esos alumnos y alumnas vi lo que yo llamo “la chispa”: el deseo de saber, la curiosidad por conocer y descubrir el mundo, la necesidad de aprender, inherente al ser humano, que es lo que da sentido a nuestra profesión y ha sido mi estímulo en la docencia.